Con el surgimiento de la fotografía en el siglo XIX muchas voces se alzaron para señalar lo que parecía inevitable: el fin de la pintura; este no ocurrió pero sí provocó un profundo replanteamiento en el quehacer pictórico, siendo una causa y detonante del nacimiento de las vanguardias históricas con el impresionismo a la cabeza. En la segunda mitad del siglo pasado la desmaterialización de la obra de arte nuevamente puso en crisis a la pintura, convenciendo a muchos de su tan nombrado fallecimiento, el cual fue desmentido con vigor en la década de los 80tas. Aún hoy día con la inclusión de nuevas tecnologías y medios en el arte, la pintura sigue en pie y practicándose internacionalmente.
Pero, ¿qué postura y características tiene que presentar la pintura para plenamente inscribirse a la contemporaneidad?
Si bien es cierto que los planteamientos de un amplio sector de pintores son desde terrenos caducos, convencionales y rebasados históricamente; existen otros artistas que son capaces de sumarse por méritos propios al variado terreno de lo que llamamos arte contemporáneo a partir de sus propuestas pictóricas.
Intentemos concienzuda y reflexivamente enfrentarnos a ésta y otras tantas preguntas sobre el papel actual de la pintura, si bien, es poco probable encontrar una respuesta tajante, totalizadora y definitiva, lo importante es abrir el debate sobre el panorama de la pintura en el siglo XXI, busquemos pistas en lo propositivo, la mirada aguda, la ironía y la postura crítica, indaguemos donde se combinan la recuperación de la memoria, la vitalidad y lo no-convencional.
De ésta manera descubriremos que la pintura sigue su proceso de transformación y replanteamiento, para con ello convertirse en un reflejo de nuestro tiempo y de la constante evolución del mundo. A muerto la pintura … ¡Viva la pintura!
Benjamín Hurtado Ramírez.